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jueves, 2 de julio de 2009

Consensos y amenazas (I)


Luis Ugalde
EL NACIONAL

Estamos en una encrucijada clave: o prevalecen los consensos nacionales o entramos en un infierno educativo con una ley absurda, impuesta sin debate. Necesitamos claridad en los consensos educativos fundamentales que unen a la gran mayoría de los venezolanos, sin olvidar que para cualquier país es más importante una buena educación que una buena ley educativa.

El primer gran consenso está en lo que no quieren los venezolanos. No quieren una sociedad con la educación en exclusivas manos del partido único de gobierno para una sociedad cerrada y aislada del mundo. Más de 80% de los venezolanos no quiere que el partido de gobierno sea el único que decida lo que se pueda pensar, leer y enseñar; lo que se pueda decir en la televisión y periódicos únicos, y aprender en la escuela única con textos impuestos, donde los padres, los jóvenes y los educadores nada pueden decir sino un sumiso amén. No es una caricatura, sino lo que reina en esa sociedad de sueños en ruinas que es Cuba, y lo que se quiere imponer en Venezuela. No confundamos Estado con gobierno, gobierno con el partido único y el partido con el jefe absoluto perpetuado en el poder. Todo ello contra nuestra voluntad democrática y violando la vigente Constitución. Es una locura que las cúpulas del régimen se empeñen en imponerlo, pero en política es fácil enloquecer, sobre todo cuando la fiebre del poder perpetuo se sube a la cabeza.


Los consensos educativos no se acaban en lo que casi todos rechazamos, sino que los venezolanos de todos los sectores y colores políticos queremos que sean defendidos, promovidos y realizados los derechos y deberes fundamentales del niño, de la familia, de la sociedad, del Estado, de los educadores y del gobierno en educación.

El niño y su educación es el origen de todo derecho educativo. De él nacen los deberes educadores de su familia. Él no es instrumento de nadie, sino un sujeto de necesidades y de derechos sagrados. A medida que avanza en la vida, desarrolla su libertad y capacidad de pensar y de escoger su conciencia y sus deberes educativos y deberes con el resto de la sociedad.

La familia es la primera que tiene obligaciones ante el niño y su educación. No hablamos de una familia ideal (cualquiera que sea su modelo) sino de la familia venezolana tal como existe, con sus limitaciones y cualidades. Los derechos y deberes familiares con sus hijos no se pueden eliminar, sino apoyar, reforzar y complementar. Sólo en caso de abuso sobre el niño o de grave omisión, se puede sancionar legalmente a la familia.

La sociedad. La familia y el niño existen en una sociedad. Esta última es educadora (hoy y hace 1000 años), transmite valores (y antivalores) y creencias; forma al joven, lo capacita y modela su comportamiento. Es imprescindible la participación plural de la sociedad y sus iniciativas educadoras.

El Estado. En las sociedades modernas el Estado bien ordenado (no el Estado-dictadura, de derecha o de izquierda, personal o de clase) se expresa en primer lugar en una Constitución democrática que reconoce los derechos humanos como superiores a él y se propone la convivencia pacífica de pluralidad de intereses y la contribución de cada uno a su realización y al bien de todos. Dentro de la Constitución, nuestras sociedades tienen leyes que obligan a todos por igual e instituciones que ayudan al mejor logro de los fines de cada sociedad; crean y cuidan espacios públicos donde puedan desarrollarse las iniciativas múltiples, tanto individuales como asociadas.

En Venezuela, la educación escolar de calidad hasta niveles avanzados es un bien público que no se puede negar a nadie y es una prioridad de nuestro Estado, de su Constitución y de su presupuesto público.

Cuando hablamos del “Estado docente” (lo venimos haciendo desde hace más de 60 años) entendemos que sus obligaciones no pueden ser exclusivas ni violatorias de los derechos del niño, de la familia, de la sociedad plural, de los educadores y de las diversas iniciativas educativas, sino que las estimula, promueve y encauza hacia el bien común, para poder alcanzar juntos la calidad educativa de la que estamos muy lejos. “Estado docente” democrático, sin confundir Estado con gobierno y gobierno con partido único y a éste con su jefe.

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