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viernes, 12 de diciembre de 2008

El "Simón Bolívar" ¿perdido en el espacio?


Por: ORLANDO OCHOA TERÁN
Quinto Día
El “satélite socialista” fabricado y operado por el gobierno de China, fue calificado por el presidente Chávez como un acto de “soberanía espacial”. Sin embargo, desde su lanzamiento en octubre, no cesan los rumores en la industria aeroespacial que indican que el Venesat-1 y su desorbitado costo de $406 millones están a punto de perderse en el espacio por fallas irreparables

El satélite Simón Bolívar o Venesat-1 fue el resultado de un contrato celebrado el 1ro noviembre de 2005 entre el gobierno bolivariano y la empresa estatal china, Great Wall Industry Corporation, destinado a colocar en la órbita geoestacionaria una plataforma de comunicaciones para radio, televisión y transmisión de data. Así como el presidente Chávez ha arriesgado miles de millones de dólares en la obsolescente industria bélica rusa para demostrar que puede prescindir de la tecnología de EE UU o de Europa, tampoco ha tenido empacho para acudir a la inexperta industria satelital de China.

La incursión de China en el espacio es muy reciente y sus fracasos han sido tan notorios que cuesta creer que, aún para los estándares de información y conocimientos del Ministerio de Ciencia y Tecnología bolivariano, no le hayan llegado estas noticias. Ariesgo de simplificar se podría decir que la tecnología satelital se subdivide en dos campos: el cohete transportador y la plataforma de comunicaciones o satélite.

El primer lanzamiento de un cohete fabricado en China se realizó el 14 de febrero de 1996. Apocos minutos de su despegue se precipitó a tierra cayendo sobre una aldea de Sichuan. En el accidente perdieron la vida decenas de campesinos.

Los chinos conmemoran la fecha como la Masacre del Día de los Enamorados.

Gracias a las ventas ilegales de las corporaciones americanas Hughes Electronics Corp. y Boeing Satellite Systems (por las cuales fueron multadas con cifras récord en millones de dólares), los chinos pudieron desarrollar en los últimos años la tecnología de lanzamiento, no así la de fabricación de la plataforma satelital que normalmente adquieren en EE UU.

En octubre de 2006, confiados en su propio sistema de cohetes, intentaron el primer lanzamiento integral con cohete y satélite fabricado en China. En medio de una gran fanfarria mediática lanzaron a la órbita geoestacionaria el Sinosat-2 para ampliar la cobertura interna de TV anticipándose a los Juegos Olímpicos.

Los paneles solares de energía y la antena no se desplegaron. El Sinosat-2 murió y sus restos fueron a ocupar, lo que los técnicos llaman el “cementerio orbital”. El gobierno chino intentó ocultar el secreto de su fracaso, pero el espacio está muy poblado.

El segundo lanzamiento chino con transportador y satélite propio fue en mayo de 2007 según contrato suscrito con el gobierno de Nigeria. Se trataba del Nigcomsat-1. Desde el pasado mes de abril trascendió que adolecía de las mismas fallas del Sinosat-2. Hace unas semanas se confirmó que el Nigcomsat- 1 reposa también en el “cementerio orbital”. El récord chino en fracasos de sistemas integrados (lanzador y satélite), era de dos, dos.

En su proceso de aprendizaje el tercer experimento integral chino es el de la Venezuela bolivariana. Desde hace algunas semanas se rumora que el “satélite socialista” adolece de las mismas fallas del Nigcomsat-1. La semana pasada una información monitoreada por la BBC de Londres vía Comtext, recogía la información de estas fallas como un hecho, asegurando que los chinos trataban de resolverlas. South China Morning Post también las reportó.

Aparentemente uno de los dos paneles solares de energía no se desplegó y, como un pájaro herido en una de sus alas, el Simón Bolívar orbita medio turulato. Esta falla conduciría a que termine “desorbitado”, como se dice en el argot aeroespacial.

Las complicaciones no terminan aquí. Las empresas chinas Huawei y ZTE, contratadas por el gobierno, ya iniciaron los costosos ajustes de las estaciones terrenas de recepción del antiguo al nuevo sistema. Confirmado el fracaso del “Simón Bolívar” obligaría a un trabajo de ingeniería en reverso, es decir contratar de nuevo el sistema anterior “imperialista” y ajustar de nuevo las estaciones terrenas al viejo sistema, siempre que los contratos ya rescindidos no hayan sido sustituidos dada la creciente demanda de estos segmentos satelitales y la capacidad esté agotada.

Las comunicaciones del gobierno en general se afectarían seriamente y particularmente las del Ministerio de Defensa y Pdvsa. Para beneplácito de la oposición las transmisiones satelitales de las capta huellas del CNE se verían interrumpidas.

Para el prestigio chino sería un colosal revés. Great Wall Industry Corporation de China no ha confirmado ni negado las fallas, pero conociendo el misterio que la caracteriza, no se puede asegurar nada. La ministra de Ciencia y Tecnología, Nuris Orihuela, aseguró que “tout va trés bien” pero ¿quién les da crédito a funcionarios que juran que son sólo polvo cósmico sin Chávez? Otro componente “desorbitado” son los costos. Nigeria, uno de los países que compite con gran ventaja entre los más corruptos del mundo pagó $311 millones por el Nigcomsat-1 y la oposición de este país está alarmada. Según fuentes chinas, el gobierno bolivariano habría cancelado $335 millones pero la ministra de Ciencia y Tecnología, Nuris Orihuela, le aclaró al periodista brasileño, Rui C. Barbosa, director del blog Em Órbita, que el costo total del proyecto Simón Bolívar era de $406 millones, desglosados así: $241 millones en el lanzamiento y satélite, más $165 millones por la construcción de estaciones de control en Venezuela.

¿El Simón Bolívar y $406 millones perdidos en el espacio? ¿Quién se puede extrañar?

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