Por: JunquitoSite
El 06 de febrero del presente año funcionarios de la policía de Caracas se presentaron en horas del medio día entre los kilómetros 3 y 4 de la Yaguara para desmantelar un pequeño grupo de ranchos construidos en el borde de la carretera en dirección hacia el Hospital Algodonal en su parte alta, la principal característica de esta zona ha sido por muchos años la vegetación que se constituyo como pulmón ecológico tanto para el hospital como para los habitantes de la parroquia.
La acción policial tuvo en su momento una explicación lógica y muy razonable, el ciudadano Presidente de la República visitaría El Junquito, acto programado y que tuvo lugar el 06 de febrero, es decir tres días después, donde pudimos calarnos otra de las largas cadenas de radio y televisión donde el titular de Miraflores inauguró dos bombas que surtían de agua al Pueblo de El Junquito desde un manantial de Tibron, acto procelitista lleno como es costumbre de promesas y mucho circo mediático.
Hoy un mes después tenemos nuevamente construidos los ranchos, que avanzan bajo la mirada complaciente de autoridades policiales y civiles. Lo mas irónico y patético de la situación ha sido la manera como se desarrollan estas construcciones, que han aumentado el banqueo del terreno, a tal punto que en poco tiempo comenzarán a producir fallas de borde en la carretera de la Yaguara, y para garantizarse que nuevamente las estructuras no sean destruidas, estos invasores construyen de manera rápida y expedita una cantidad de columnas de concreto como base a las viviendas, pero siempre de manera improvisada y sin ningún tipo de planificación urbana para los servicios, lo que nos hace presumir que en poco tiempo el Hospital Algodonal recibirá las aguas servidas y la basura de estas bienhechurías.
¿Qué hace falta para que las autoridades como los Alcaldes rojitos tomen cartas en el asunto?
Señora Jakeline, señor Jorge, gestionen la recuperación de las áreas verdes y no permitan que se siga dañando la ecología de El Junquito, es hora de pensar que más vale un árbol que un rancho.
El 06 de febrero del presente año funcionarios de la policía de Caracas se presentaron en horas del medio día entre los kilómetros 3 y 4 de la Yaguara para desmantelar un pequeño grupo de ranchos construidos en el borde de la carretera en dirección hacia el Hospital Algodonal en su parte alta, la principal característica de esta zona ha sido por muchos años la vegetación que se constituyo como pulmón ecológico tanto para el hospital como para los habitantes de la parroquia.
La acción policial tuvo en su momento una explicación lógica y muy razonable, el ciudadano Presidente de la República visitaría El Junquito, acto programado y que tuvo lugar el 06 de febrero, es decir tres días después, donde pudimos calarnos otra de las largas cadenas de radio y televisión donde el titular de Miraflores inauguró dos bombas que surtían de agua al Pueblo de El Junquito desde un manantial de Tibron, acto procelitista lleno como es costumbre de promesas y mucho circo mediático.
Hoy un mes después tenemos nuevamente construidos los ranchos, que avanzan bajo la mirada complaciente de autoridades policiales y civiles. Lo mas irónico y patético de la situación ha sido la manera como se desarrollan estas construcciones, que han aumentado el banqueo del terreno, a tal punto que en poco tiempo comenzarán a producir fallas de borde en la carretera de la Yaguara, y para garantizarse que nuevamente las estructuras no sean destruidas, estos invasores construyen de manera rápida y expedita una cantidad de columnas de concreto como base a las viviendas, pero siempre de manera improvisada y sin ningún tipo de planificación urbana para los servicios, lo que nos hace presumir que en poco tiempo el Hospital Algodonal recibirá las aguas servidas y la basura de estas bienhechurías.
¿Qué hace falta para que las autoridades como los Alcaldes rojitos tomen cartas en el asunto?
Señora Jakeline, señor Jorge, gestionen la recuperación de las áreas verdes y no permitan que se siga dañando la ecología de El Junquito, es hora de pensar que más vale un árbol que un rancho.
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