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viernes, 29 de enero de 2010

Manto Celestial


Por: El Revógrado

Nuestro comandante con su inmensa sabiduría popular, su impecable verbo grosero, su necesaria arrogancia y ese estilo único que le imprime al maltrato y la ofensa, nos ha enseñado desinteresadamente a irrespetar a todo y a todos, y lo que es más importante, a entender que las leyes pueden irse moldeando alrededor de la silueta de nuestro comportamiento. ¡Como todos los de nuestro partido siempre quisimos!. Ahora podemos violar aquellas absurdas normas que no se acomoden a nuestro proceder, no solo sin el castigo que aunque sea moral esto suponía, sino con el aval de tener un jefe, un padre, un comandante, un líder que nos guía en este camino hacia la añorada anarquía.

De una vez por todas y gracias a él, nuestro partido ha borrado esas incomodísimas y caducas fronteras que existían entre los conceptos de partido, gobierno, estado y patria, que fueron implantados (y esto también lo aprendimos de él) por el imperialismo y el capitalismo salvaje. Gracias a él, eliminamos esa perversa práctica de la separación de poderes que tanto daño le hizo a nuestro partido o al gobierno, o al Estado, o a la Patria que ahora es lo mismo. Gracias a él, con unas cada vez más poquísimas excepciones, estamos logrando que en los medios de comunicación solo se vea y oiga nuestro mensaje, que al ser el mensaje del redentor, del estado, o del gobierno, o del partido (que ahora es lo mismo), debemos velar que sea el único que se transmita.

Ser feliz es automático al librarte de las superfluas aspiraciones individualistas. Muy pronto eliminaremos eso llamado "sueldo", que denigra de la condición humana y consolida la explotación del hombre por el hombre. Todo el fruto de nuestro trabajo será acumulado y administrado por nuestro partido (o por el estado, o por el gobierno o por la patria que ahora es lo mismo) para que reine la felicidad en un mundo sin el materialismo que el cochino dinero supone y que finalmente el trueque emerja como el ave fénix, para salvar nuestras almas.

Es un deber revolucionario rescatar a estos poquísimos escuálidos (en realidad no estoy seguro que quede alguno) de la confusión que les produzca algún otro mensaje alienante que no sea el de nuestro comandante (o el de nuestro partido, o el de nuestro gobierno, o el de nuestro Estado, o el de nuestra patria que ahora es lo mismo). Por lo que no deben preocuparse, porque quieran o no, serán salvados. Así que es mejor que de una vez bajen la cabeza y dejen que mi comandante les cubra con el manto celestial de la pureza moral que lo acompaña ó aténganse a la furia de su amor divino.

¡Necesario es vencer!, ¡Convencer es opcional!
¡Patria, Socialismo o mucha muerte!
¡Gracias infinitas mi Comandante!

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