Un lugar de Caracas en la red

Pendiente
de lo que pasa
en El Junquito

martes, 2 de junio de 2009

Socialismo marxista


Por: José Guerra
En vista de que el presidente ha puesto el pie en el acelerador de su proyecto político que califica de socialista, vale la pena entrar en ese debate, totalmente pertinente en la Venezuela actual. No de ahora, sino desde marzo de 2005, advertí con claridad meridiana acerca del rumbo que estimaba iba a tomar el gobierno de Hugo Chávez.

Y creo que no me equivoqué porque siempre he valorado que el Presidente tenía una estrategia clara aunque oculta, que solo gente políticamente ingenua o inocente no pudo ver a tiempo y por eso lo apoyaron con importantes recursos materiales y financieros.

Hasta uno de los bancos más importantes de Europa financió a Chávez. Hoy todos ellos lo están lamentando. No hay que ser muy avezado para no haber visto que Hugo Chávez lo que pretendía, antes del intento de golpe de Estado de febrero de 1992, era establecer en Venezuela un sistema político socialista en la modalidad del régimen caído en la antigua Unión Soviética y cuya reminiscencia sobrevive en Cuba.

Bastaba mirar a la izquierda oxidada que acompañaba a Chávez para percibir para donde se movía, lenta pero a paso seguro, el plan político. Hay elementos suficientes para pensar que Chávez no tiene una formación marxista aceptable pero con lo que conoce, por limitado que ello sea, es suficiente para seguir adelante y eso es lo que está haciendo.

LA FALSEDAD MARXISTA
La concepción marxista del socialismo parte de una premisa falsa de toda falsedad, a saber: el socialismo es una tendencia inevitable del desarrollo de la humanidad, al crearse al interior del sistema capitalista de producción las condiciones objetivas y subjetivas para su propia destrucción, producto de la lucha entre dos clases sociales a la cual se reduce la sociedad, los obreros y los dueños de los medios de producción.


De acuerdo con la definición marxista, la revolución socialista sería un proceso de transformación radical y violenta, y su curso lógico sería la liquidación de la propiedad privada y el tránsito hacia el socialismo y de allí al comunismo, como etapa ulterior caracterizada por la desaparición de las clases sociales. Entre el socialismo y el comunismo mediaría una fase de transición denominada dictadura del proletariado.

Lo falso viene del hecho de que según Marx, el sistema genera una contradicción que lleva a su destrucción. No. El sistema mantiene en verdad un conflicto permanente, pero a diferencia de lo que pensó Marx en 1848 y en 1875, es de esa contradicción y su resolución parcial y permanente en el tiempo que el sistema se regenera y es diferente en cada ciclo histórico. Esto fue lo que Marx no pudo ni quiso comprender pero sí lo percibió Federico Engels al final de su vida, cuando en marzo de 1895, escribió un prólogo a un libro de Marx sobre la lucha de clases en Francia, que ha sido denominado como su testamento político. Allí valoró la vitalidad de la economía de mercado y reconoció sus equívocos.

EL DOGMA
Toda la teoría marxista gira en torno a un dogma que si se desmonta, la argumentación completa que le sigue carece de sentido. Este es: los bienes que los hombres intercambian tienen un elemento común que determina su valor: la cantidad de trabajo necesario incorporada para su producción.


Obviamente que esta teoría no tiene fundamento porque hay bienes que se intercambian sin ser producto del trabajo humano. Un diamante no tiene un valor elevado porque sea fruto del trabajo del hombre como un pez no vale por la cantidad de trabajo que la naturaleza dedicó a alimentarlo o un programa de computación vale por las horas vertidas en su elaboración.

Preso de su contradicción, Marx plantea que los bienes se intercambian, no por sus características físicas, sino porque son el resultado del trabajo humano. Él expone el resultado que desea alcanzar y luego define el objeto. Esto es similar a alguien que quiere obtener una bola blanca tomada al azar de un envase que solamente contiene bolas blancas, evidentemente va a obtener una bola blanca.

Todo este recorrido rasante es para mostrar que la teoría marxista del valor es un absurdo lógico, pero de la cual se derivan conclusiones muy peligrosas, como por ejemplo, la dictadura como forma de gobierno, porque para acabar con las clases sociales, debe privar un período dictatorial que en los países socialistas fue muy violento y salvaje, pero en Venezuela la represión adquiere ropaje legal, sutil, pero implacable.

Marx lo escribió claramente ya en su edad madura, cuando decantó bien su paradigma del socialismo. En una carta a Joseph Weydemeyer, el 5 de marzo de 1852, Marx hace explícito el resultado de sus investigaciones y su consecuente conclusión política. "Por lo que a mí se refiere, no me cabe el mérito de haber descubierto la existencia de las clases en la sociedad moderna ni la lucha entre ellas. Lo que yo he aportado de nuevo ha sido demostrar: 1) que la existencia de las clases sólo va unida a determinadas fases históricas del desarrollo de la producción; 2) que la lucha de clases conduce, necesariamente, a la dictadura del proletariado; 3) que esta misma dictadura no es de por sí más que el tránsito hacia la abolición de todas las clases y hacia una sociedad sin clases...".

En esto cree Chávez. También en que el intento fallido del socialismo en la Unión Soviética no fue tal por las carencias del modelo mismo sino porque quienes lo llevaron adelante se equivocaron, incluyendo a Lenin, pero que esta vez sí va a funcionar con él a la cabeza. Chávez ha dicho que estamos, con esta crisis mundial, frente al final del capitalismo y osadamente le recomienda al presidente Barack Obama que adopte el socialismo en EE.UU. Una vez más se va a errar el tiro porque de esta crisis la economía se va a recuperar, lentamente, y a paso seguro.

FIN DEL SOCIALISMO MARXISTA
Marx creyó firmemente en que la vía al socialismo y al comunismo debía estar precedida por un proceso dictatorial, como requisito para abolir las clases sociales. La práctica del socialismo se inspiró en la obra de Marx pero fue con Lenin con quien se materializó lo que se llamó el socialismo real.


El socialismo triunfó primeramente en Rusia en 1917 y posteriormente se expandió hacia las naciones que fueron invadidas por el ejército ruso. Ese modelo, ya fracasado, tuvo dos características esenciales: el sometimiento completo de la persona y la sociedad al Estado, y una economía centralmente planificada por el Estado.

Ello se correspondía con la etapa de dictadura del proletariado que había previsto el propio Marx.

El sistema socialista en la práctica se fundó sobre la base de un esquema político tiránico, donde todas las esferas de la vida estaban controladas por una burocracia estatal, que determinaba todos los ámbitos de la vida humana, desde la cultura hasta la participación política de los ciudadanos en los asuntos nacionales.


Esa burocracia en el poder decidía acerca del teatro que se permitía, la educación que se impartía, lo que se leía, lo que se veía en televisión, lo que se escuchaba en la radio, sobre quién podía salir y permanecer en el país e incluso sobre las relaciones personales.

Hasta en los asuntos más privados del ser humano, como sus creencias o no en un ente trascendente, influían las directrices del Partido Comunista en el poder, al establecer al marxismo-leninismo como una religión oficial. El Poder Judicial era una prolongación de la estructura del Partido, así como el Poder Legislativo y los sindicatos.


Los trabajadores no gozaban del derecho a la libre y voluntaria asociación. Sin hablar de los campos de reclusión forzada y la privación eterna de la libertad en juicios sumarios a quienes disentían o mantenían una actitud crítica ante el partido de gobierno. Todo se fundía y expresaba en la dominación del Partido. Éste era el Estado y el Estado se representaba en él.

LA ECONOMÍA
En cuanto a la organización y manejo de la economía, es cuestionable que el socialismo haya reducido la explotación económica.

La tesis de una economía centralizada en manos del Estado tenía forzosamente que traducirse en la creación de un aparato burocrático que manejaba la economía y las empresas del Estado, y se conformó así una nueva clase o nomenclatura que gozaba de niveles de vida equivalentes a los de la tecnocracia de los países occidentales.


Mientras que los ciudadanos comunes vivían en un mundo de privaciones y escasez, la dirigencia política en el poder recibía ingresos efectivos que la asimilaban a una clase capitalista.

El crecimiento económico que experimentó la economía rusa, que en los números fríos se asemejaba al de Estados Unidos, se debió fundamentalmente a una sobreacumulación de capital, producto de las restricciones al consumo, especialmente de alimentos, como consecuencia del establecimiento de un esquema de racionamiento impuesto a la sociedad, situación que liberaba recursos de manera obligatoria para la inversión, principalmente en la industria armamentista. Mientras se acumulaba capital, el crecimiento de la productividad era virtualmente cero.


LA BUROCRACIA
La idea de una economía centralmente planificada es un absurdo en la medida en que una burocracia en el poder decide sobre los niveles de producción y consumo de los ciudadanos sin considerar los elementos del mercado, tales como los gustos y preferencias de los consumidores. De esta manera los burócratas creen interpretar lo que la gente desea consumir y trasforman sus propios deseos en deseos colectivos al establecer cartillas de racionamiento.

En una economía manejada totalmente por el Estado desaparecen los incentivos para producir porque las empresas no tienen dueños y éstos son sustituidos por una gestión burocrática que carece de los estímulos para generar bienes y proveer servicios de forma eficiente.

El socialismo marxista, primero bajo la orientación de Lenin y luego con la conducción de Stalin, degeneró en un sistema terrible de dominación internacional a los países que giraban en torno a la órbita rusa y cuya expresión concreta en América Latina fue Cuba, país que arrendó su territorio a Moscú para la instalación de bases nucleares para servir de plataforma en el caso de una confrontación entre Rusia y Estados Unidos.

El Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) impuso su línea política a través de la III Internacional al resto de los partidos comunistas del mundo, los cuales fungían como especie de oficinas consulares de Moscú.

Cuando el liderazgo de algún país mantenía una posición más independiente respecto a la Unión Soviética, la invasión era la respuesta, como se evidenció en los casos de Hungría y Checoeslovaquia.

Lo que llama poderosamente la atención es que después de un fracaso documentado, con evidencias irrefutables, el presidente Hugo Chávez insista en querer aplicar en Venezuela la misma receta fallida y que bajo el ropaje de la propiedad social esconde el dominio del Estado sobre la economía y sobre la sociedad, en todas sus expresiones.

La propiedad estatal de los medios de producción lleva consigo el establecimiento de una tiranía pues la democracia es incompatible con la concentración del poder en manos de un hombre o una cúpula, como ya se perfila en Venezuela, en nombre del pueblo.

No hay comentarios: