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lunes, 5 de enero de 2009

Los entierros en el Junquito son un caos vehicular y un irrespeto a la convivencia


Por: JunquitoSite

En el kilometro 12 de El Junquito tenemos un cementerio con pocos años de existencia y gran demanda por el crecimiento poblacional de Caracas y sus parroquias, siendo que son pocos los campos santos que tenemos en la capital.


Cada vez que se presenta un entierro, podemos ver un desagradable espectáculo por quienes acompañan al difunto, sin importar la clase social el alboroto es el mismo. Trancan el libre transito de uno de los canales de la vía y comienzan a subir carros en doble y triple cola y en contrasentido al flujo vial.


El peor de los espectáculos lo hacen cuando el difunto es un chofer de microbús, un motorizado, o un jeepsero, la euforia y la conducta es totalmente asocial.
Los choferes de unidades microbús llevan música a todo volumen y van tocando las cornetas, alterando la tranquilidad ciudadana, cuando perturban el ambiente y colapsan la vía de manera irrespetuosa e intencional.


Los motorizados levantan las motos en una sola rueda en grupos numerosos y sin el menor respeto por los habitantes del sector, atropellando al transeúnte de a pie o en vehículo. Cuando los motorizados son parejas, generalmente el copiloto lleva una botella de licor en mano y un arma en la cintura, de manera que impera la anarquía del momento, con la justificación de la premura por el pronto entierro el fallecido. Todo este espectáculo lejos de mostrar dolor y respeto por el occiso, se asemeja a una celebración al mejor estilo de la película Mad Max por un grupo de vándalos.


Cuando el finado es un conductor de Jeep, los dolientes casi destrozan los motores y las cajas del rústico y gran parte de los acompañantes van guindados en las puertas de estos vehículos, generalmente muchachos jóvenes quienes parecieran disfrutar del momento de anarquía por la carretera.


En días pasados pudimos presenciar el particular entierro de un funcionario de la policía Metropolitana, en donde de manera grotesca gran cantidad de motorizados abrían el paso vehicular a la carroza fúnebre y a los acompañantes en carros, al punto que casi eran chocados los vehículos que con derecho circulaban por su respectivo canal de bajada. Resulta impactante ver que quienes deben ser garantes de la ley, circulan sin cascos, en parejas y violando las normas de transito en una actitud patotera. En un mismo día podemos visualizar muchos entierros por la violencia en que vivimos en nuestro país y podemos reflexionar que hasta el morirse es discriminatorio. Mientras unos muertos se calan el tráfico y pacientemente llegan hasta las puestas del cementerio, otros más aventajados se les abren paso para no tener que esperar en la tediosa cola que normalmente se hace en los kilómetros más poblados esta parroquia.

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