Por: Freddy Lepage Scribani
Nadie puede discutir la fascinación que ejerce sobre Chávez el mundillo de personajes de diversa índole que oprimen a sus naciones a perpetuidad. La condición fundamental para pertenecer a ese “preciado” círculo íntimo del Presidente de Venezuela es, precisamente, la de ser dictadores que llegaron al poder para quedarse, utilizando cualquier tipo de artimañas (la violencia, el terrorismo, el dinero proveniente del petróleo, elecciones trucadas…), respaldadas incondicionalmente por un estamento militar muy bien “aceitado” y dispuesto. Esta última gira revolucionaria y bolivariana por África, Medio Oriente, Asia Central y Europa (con paradas no previstas en Turkmenistán, Italia y España) ha puesto sobre el tapete nuevamente a los gobernantes más admirados por el teniente coronel.
Pero, hagamos un vuelo rasante sobre la historia de algunos de ellos: Muhammad al Gaddafi, militar, déspota, autócrata desde 1999. Recientemente gastó 40 millones de dólares para celebrar 40 años de permanencia al frente de la Gran República Árabe Libia Popular y Socialista. Conocido por su apoyo al terrorismo internacional. Archienemigo de los Estados Unidos. Ahora, reivindicado gracias al potencial petrolero libio y los intereses internacionales. Implantó un socialismo personal.
Robert Mugabe, militar. Manda en Zimbabue desde 1980. Fue héroe de la independencia de esa nación, para luego convertirse en un feroz dictador (el fraude electoral y la liquidación física del adversario son las características de su satrapía). El desempleo en Zimbabue alcanza 80% y la inflación 10.000% anual. Así como lo lee amigo lector, no es un error. Ha multado o encarcelado a más de 4000 empresarios.
Mahmud Ahmadineyad, electo Presidente de la República Islámica de Irán (un petroestado) en 2005, reelecto el pasado junio con 60% de los votos emitidos. Sin embargo surgieron graves denuncias de fraude por parte de su principal contrincante Hosein Mousavi. Represor a sangre y fuego de las multitudinarias protestas cívicas posteriores al proceso electoral. Ordenó el procesamiento y encarcelación de los líderes opositores, acusándolos de actuar en complicidad con potencias extranjeras, entre ellas Gran Bretaña. Representa un régimen teocrático-fundamentalista, regido por el líder supremo ayatolá Alí Jamenei desde 1989. Alexander Lukashenko, mejor conocido como el último dictador de Europa. Gobierna con mano de hierro desde hace 12 años. Se jactó de exportar armas a Irán, Irak y Sudán a finales de los 90. Se mantiene gracias a dos amañados referendos. Con el primero (1996), extendió de cuatro a siete años el período presidencial. Con el segundo (2004), eliminó el “límite” constitucional de dos mandatos. Entre 1999 y 2000 asesinó a dirigentes de la oposición y periodistas utilizando los llamados escuadrones de la muerte.
Mención aparte requiere Fidel Castro su principal mentor, a quien Chávez profesa un profundo embeleso y respeto. Viene a ser par él una especie de tutor espiritual y político… Un referente histórico a seguir e imitar.
Cosa distinta ocurre con sus ‘amigos” presidentes latinoamericanos. Allí no hay encanto y, mucho menos, respeto… De alguna manera le sirven de comparsa: Evo, Correa y Ortega son sus marionetas. Lula, Kirchner y otros mandatarios de la izquierda democrática (Tabaré Vázquez, Bachelet y Lugo) son sus pares necesarios. Sin embargo existe un denominador común: casi todos le sacan a Venezuela -gracias a la vanidad del caudillo- chorros de petrodólares, mientras el país se cae a pedazos…
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