Por: Jesus Casique - JunquitoSite
Irónicamente, en momentos en que el mismísimo Fondo Monetario Internacional (FMI) ha dado el paso de flexibilizar sus condicionamientos, y evitar imponer a los países políticas deflacionarias neoliberales, el Gobierno "socialista" de Venezuela ha decidido llevarle la contraria aumentando el IVA y recortando el gasto fiscal en términos reales en más de un 30% (Política Fiscal Antì- Cíclica) en vez de aumentarlo como correspondería para mantener a flote a la economía nacional.
El Gobierno nacional, autodenominado "socialista" resulta en la práctica más neoliberal que lo que era el propio FMI de hace unos años, pues aplica a extremis su vieja receta de austeridad deflacionaria, todo por no haber acumulado suficientes reservas (ahorro) además de preferir la devaluación encubierta en el mercado paralelo en vez de una ordenada en el mercado oficial. En el pasado, bajo condiciones de escasez de reservas internacionales y de desequilibrios fiscales y externos, el FMI a cambio de asistencia recomendaba un conjunto de medidas ortodoxas entre las cuales destaca como principal el recorte del gasto público, mecanismo éste que, aunque impopular, suele ser eficaz (en ausencia de una sobrevaluación) en la restitución del equilibrio fiscal y de balanza de pagos, al costo, eso sí, de una fuerte caída en el nivel de producto y empleo en el corto y mediano plazos.
El Gobierno nacional, con su política ortodoxa de austeridad fiscal cuyo objetivo final es hacer rendir las pocas reservas que le quedan al país, reduciría el ingreso real disponible de los hogares y, por tanto, el consumo y ahorro a nivel agregado. La caída del consumo, en teoría, conduciría a una reducción de las importaciones y a una recuperación de la balanza comercial y de la cuenta corriente. Mientras que, la caída del ahorro coadyuvaría a una reducción en la demanda de activos financieros en divisas, conduciendo a una rápida recuperación de la cuenta de capital.
El problema es que ello no sucederá bajo las actuales condiciones de sobrevaluación e inflación galopante, puesto que es poco probable que el recorte fiscal o la disminución del consumo y el ahorro conduzcan a la reducción de la demanda de importaciones y dólares en general, toda vez que cada día que pasa el producto extranjero y las inversiones en divisas se abaratan en relación al producto nacional y las inversiones denominadas en bolívares, dado que la tasa de cambio permanece fija en 2.15 BsF/$, mientras la inflación avanza a más del 36% anual. Por ello, el Gobierno nacional, además de recortar el gasto en bolívares, se ha visto obligado a recortar la entrega de divisas, permitiendo de esa forma una devaluación forzada y encubierta en el mercado paralelo. Aparentemente, entonces, la razón detrás de la decisión del Gobierno de no decretar la devaluación oficial no sería la preocupación por la evolución de la inflación per- se, sino la preocupación por que los venezolanos puedan identificarle directamente como culpable de ella.
Otra opción es que el Gobierno, tozudo como siempre, siga esperando la recuperación del precio del crudo como solución a la problemática económica nacional, debemos recordar que dada la sobrevaluación y sus políticas desastrosas, Venezuela no necesita precios del crudo alto, sino precios que además de altos aumenten de un 10% a un 15% todos los años; pero esto es poco probable que en el futuro cercano vaya a pasar.
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