


El grueso de los trabajadores gana un salario mínimo, es decir de 700 a 800 mil bolívares que con muchas dificultades alcanza para la cesta básica, en cambio nuestros políticos enquistados en altos cargos como: Magistrados, Diputados, Rectores y puestos de poder, defienden lo que ellos definen como proceso o socialismo del siglo XXI.
¿Por qué a la revolución le conviene que votes por el si?
La respuesta es fácil, porque ellos quieren mantener sus cargos con obscenos sueldos y beneficios ventajistas, designados por el dedo y la tendencia hacia el partido de gobierno no por la experiencia ni mucho menos por los meritos.
¿Por qué a la revolución le conviene que votes por el si?
La respuesta es fácil, porque ellos quieren mantener sus cargos con obscenos sueldos y beneficios ventajistas, designados por el dedo y la tendencia hacia el partido de gobierno no por la experiencia ni mucho menos por los meritos.

La llamada revolución no es otra cosa que un capitalismo de estado, con rasgos de autoritarismo, personalismo y militarismo, donde los afectos al presidente utilizan el oportunismo y el ventajismo que ofrece la investidura de sus cargos, valiéndose de la poca cultura y el bajo nivel educativo que presentan los estratos D y E de nuestro país, convencidos con las migajas de PDVSA y la maquinaria mediática del gobierno.
Se le pide austeridad a los venezolanos, se gastan los dineros públicos en permanentes campañas electorales para imponer un modelo socialista ya rechazado, mientras que se esta gestando una crisis económica mundial que a manera de tsunami nos alcanzara con una reservas internacionales por debajo de los 30.000 millones de dólares y un barril de petróleo cotizado en 35 dólares.
El presidente con 10 años en el poder, ya demostró su capacidad de gobernar tras un micrófono como un candidato permanente, con las fuerzas que administran el monopolio de la violencia y grupos anárquicos y radicales para su causa, por eso el venezolano debe decidir si quiere continuar después del 2012 con este modelo de gestión llamado proceso, o se arriesga a postular otras alternativas que mantengan la estructura constitucional hacia un modelo democrático.
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